jueves, 21 de mayo de 2009

Caín y los muebles inútiles


...Comimos con el mejor apetito, en la majada de Remoña, teniendo al lado una buena pella de nieve para enfriar nuestros vinos, y después volvimos a Portilla, donde hicimos noche. Al día siguiente resolvimos ir a Caín, y nos dirigimos al puerto de Pan de Trábes, desde donde anduvimos casi una legua en cuesta para llegar a Santa María, primer pueblo de Valdeón, por las vueltas que forma el camino. Otra legua después, bajando siempre, llegamos a Prada, siguiendo la orilla derecha el Cares, que en Asturias pierde su nombre, desaguando en el Deva, que baja de la Liébana. En Prada descansamos un rato y seguimos a Caín, que se halla legua y media más abajo, tomando en Posada por la orilla izquierda del río. Cordiñanes se deja a la derecha después de andar dos kilómetros. Otros dos kilómetros antes de Caín dejamos los caballos. Desde allí el valle no es más que una hoz cubierta de piedras sueltas, muchas de ellas de gran tamaño, que fueron arrastradas por el río en las avenidas, o que se desprendieron de aquellos derrumbaderos. En un punto pasa el camino por debajo de una de estas piedras, que en su caída quedó suspendida como la clave de un arco, distante del suelo poco más de un metro.
Una estacada de tres metros de altura con su puerta cierra la hoz y el río un poco más adelante. Allí comienza la tierra de Caín, que puede compararse a un redil. Los ganados andan allí sueltos por todas partes sin pastores ni perros que los guarden; porque el río entra mas abajo en una estrecha canal de paredes verticales por donde solo un pájaro pudiera pasar; a los lados cierran el término peñas inaccesibles, y todo él se halla cerrado y formado de terreno tan fragoso, que los carros son allí muebles inútiles no menos que las caballerías; así es que hasta la recolección de la yerba se hace sin otros vehículos que las espaldas de los vecinos...

Por Casiano Prado en Revista minera.

En los Picos de Europa… en 1860…

lunes, 18 de mayo de 2009

No se sabe


El día 7 de febrero salió de Tresviso el alcalde D.Ramón del Campo, a proveerse de comestibles en el establecimiento de Santiago Alonso, en Urdón, y como no regresase, salieron los vecinos en su busca, encontrándole cadáver, en el río Urdón.
No se sabe si de accidente, muerte natural o a mano airada.


En los Picos de Europa....en 1890...

domingo, 17 de mayo de 2009

Las pulgas de Claudio Sánchez Albornoz


Caía la tarde, seguía lloviznando y conducidos por nuestro guía fuimos avanzando y trepando hasta las altas majadas de los puertos de Ostón. En una de ellas, no recuerdo su nombre, nos dio albergue una pastora, cediéndonos por una noche su pétrea cabaña. Nos alojamos en una cocina. Frontero del fogón se alzaba un pétreo camastro recubierto de heno. Tendimos nuestra manta, nos tumbamos sobre ella e intentamos dormir. Pero pocos minutos más tarde nos acometieron ejércitos de feroces pulgas y no en hilera, como las hormigas al olmo centenario que cantó Machado, sino en masas cerradas. Nos lanzamos fuera de la cabaña. Bella noche estrellada. Desde aquella altura y tras la lluvia parecían cercanas las celestiales luminarias. Iniciamos una charla, el frío de la cumbre comenzó a molestarme, me rendí a la fatiga y volví resignado junto al fuego. Me até los puños, me apreté el cuello, me rendí sobre el heno y me entregué como víctima sabrosa y bocado exquisito al ejército de las pulgas. De madrugada me despertó el mugido de la vaca que dormía en la misma cabaña, pared por medio de mi camastro; y a la luz del alba comprobé que mis nocturnos enemigos me habían gratificado con unos rojos brazaletes en las dos muñecas y con un collar rojo en torno al cuello. Se duerme bajo el tronar de los cañones y sometido a los ataques de las pulgas de los Picos de Europa- si a lo que don Quijote suponía los piojos mueren al pasar la "línea", las pulgas viven hasta más allá de las alturas de los montes astures- cuando se está fatigado y se es joven, claro está, que de viejo es difícil dormir hasta sobre lo más mullidos lechos.
A caballo, con nuestro guía de escudero y en compañía de una de las pastoras de la majada donde habíamos ¡dormido! emprendimos muy temprano nuestra marcha por las entrañas de los Picos...
Claudio Sánchez Albornoz.


En los Picos de Europa...en 1924