lunes, 23 de junio de 2008

Cornión, verano de 1906


Las palabras de Manuel G.de Amezúa describiendo la cacería realizada a lo largo de tres días en el macizo occidental de los Picos de Europa, en el verano de 1906, denotan la pasión que sentía por la caza y por estos parajes que recorría al parecer con gran demostración de su condición física.
No fue el único, ya que ese año tuvo algo de especial, y es que el Cornión fue visitado, entre otros, por Pedro Pidal, Gregorio Pérez, Felipe Menéndez, Paul Labruche, Saint Saud y Gustavo Schulze…
¡Qué hermoso verano!

La caza de resistencia, muscular y de pulmones, fue siempre la preferida por nosotros y ejercitándola no hay juo, requexo, peña, collada ó canalón en todo el contorno de las Peñas Santas de Enol y de Castilla que no hayamos explorado ni cabrada de las que mantienen sus camperas que no conozca el poder de nuestras carabinas y fusiles.
Sólo el nombre de aquellos sitios como La Canga, La Torga, Los Sargaos, El Jallao y su hospitalaria cueva Cotalva (donde maté mi primer rebeco), El Requexón, Junluengo, Junsintierre y el de la Capilla, el tétrico Jun Santo y otros más, en suma, dominados por los erguidos acantilados de la Peña Santa de Enol y de Castilla, ¡cuántos recuerdos evocan en mí, y con cuánto gusto traen á mi memoria el de aquellas cacerías planeadas y discutidas en los largos meses de invierno, el ardor de los años más felices de nuestra juventud y llevadas á cabo en compañía de las personas más queridas!
¿Cómo olvidar nuestra alegre llegada á la hospedería de Covadonga en donde, prevenidos de antemano, nos aguardaban para dirigir la expedición algunos de aquellos valientes paisanos, como Pericón de Cos, Chalán de Soto, Tomás de Tárano, Marcelino de Fana y algunos otros que nos acompañaron en tan distintas ocasiones?...

En los Picos de Europa…en 1906...

martes, 17 de junio de 2008

Termas de la Hermida


En el año 1894, Saint Saud publicaba en Le Tour du Monde el artículo Aux Pics D'Europe. En este artículo se mostraba un grabado basado en una fotografía de M.Olavarría en la que se aprecia el Balneario de la Hermida.
Saint Saud ya describía en el mismo artículo las excelencias de este establecimiento, aunque es posible que se haya quedado corto en los beneficios que estas aguas producen a quienes tengan el honor de disfrutarlas.
Quizá el que su visita se realizase al poco tiempo de la inauguración (1883), influyese en este detalle, aunque bien es cierto que las propiedades curativas de estas aguas ya eran conocidas desde hacía años.
Pablo Seco Piñeres, director de las termas, ya declaraba por el año 1845 las bondades de estas aguas, que afloraban a 45º reaumur de temperatura, para prevenir entre otros, el cólera-morbo de oriente. Para ello invitaba a sus posibles clientes a visitarle en el periodo estival que comprendía desde el 1 de julio al 30 de octubre.
Por el año 1887 las tarifas variaban desde los 20 reales para las mesas de primera hasta los 12 para las mesas de segunda. Del mismo modo las habitaciones tenían un coste por día que iba desde los 6 reales hasta los 16 para las modalidades más lujosas. P0r entonces ya no era necesario sacar el agua con cubos dado lo inaccesible del manantial.
Estas aguas, tal como rezaba la propaganda de por entonces eran las más termales de España, por su rico contenido en cloruro de sodio y por la gran cantidad de iodo que se encontraba en sus cuerpos mineralizadores. Estas características las hacían perfectas para el tratamiento rápido de afecciones gotosas y reumáticas. Sus beneficiosos llegaban incluso a los estadios segundo y tercero de la sífilis, a curar parálisis y tumores que la medicina ya daba por incurables. Superaban en beneficios a los baños marinos, tal como se recomendaba a los médicos de por entonces, si querían ver a sus clientes regresar sin molestias a sus casas. Sin duda, una fuente de salud...
En la Hermida...en 1845...