miércoles, 29 de abril de 2009

La primitiva Soto


...La Padierna se encuentra en el corazón de los Picos de Europa, se puede contemplar a la vez, fantásticas vistas de la Torre de Llambrión (2639 metros), Peña Santa (2586 metros)una de las más difíciles escaladas, por último, casi a la vanguardia , la Torre de Salinas (2475 metros) y Remoña (2030 metros). El ascenso de la Padiorna termina , en la aldea de Soto de Valdeón después de pasar la noche en medio de rocas, en las cabañas en ruinas de Liordes. Soto es también una muy agradable aldea situada en el valle, pero no podemos permanecer mucho tiempo en lugares tan primitivas como este , así que partimos hacia Sajambre, situada a la entrada del desfiladero del Sella. El camino que lleva es muy notable, y sus continuas curvas atraviesan un bosque lleno de hayas y escobas en flor....

Publicado en la revista La Nature por Alber Tissandier

En los Picos de Europa...en 1895...

sábado, 25 de abril de 2009

El suntuoso campamento de Lloroza


Une cinquième route, qui serait d'une importance majeure
pour l'exploitation des mines du grand massif, le contourne sur
son revers méridional. Un court tronçon, d'environ trois lieues,
construit depuis une trentaine d'années, va prochainement,
dit-on, être continué ' : ce tronçon se détache de la route du
Deva, dessert Potes, remonte à quelques kilomètres plus haut, et cesse brusquement au village de Camaleno. C'est là qu'Alphonse XIII a dû arrêter sa puissante automobile, le 31 août 1905,
pour remonter à cheval, à une allure ultra-rapide, jusqu'à Espinama, Aliva et Ollo Llorozo, où un somptueux campement avait été dressé. Ces chasses royales, qui sont revenues à une centaine de mille francs par jour (350.000 pesetas, du 1er au 3 septembre), donneront peut-être au jeune monarque, d'une si féconde activité, la pensée de faire terminer l'indispensable voie du midi, entre le Deva et le Sella, la Liebana et le Sajambre, par les cols de Valdeon et de Ruedas, ce qui ne présente aucune difficulté technique…


Les Pics d’Europe por Paul Labrouche


En los Picos de Europa…en 1906…

martes, 14 de abril de 2009

Trogloditas de Andara


En una interesante comunicación presentada a la Real Sociedad Española de Historia Natural por del geólogo Padre Carballo, acerca de los Picos de Europa, menciona las viviendas trogloditas que existen a orillas de la laguna de Andara y que son verdaderamente curiosas.
En el borde la laguna, dice el geólogo, existen unas treinta grutas habitadas por pastores durante el verano. Tomando por tipo la mejor de todas, es una cueva debajo de un peñasco, de forma más ó menos rectangular, cuyas dimensiones son 4,60 metros de fondo por 3,50 de ancho y 1,50 de alto. Casi ninguna tiene puerta y las que las tienen suele ser de 1,25 de alto por 0,50 de ancho. No se ve más mobiliario ni ajuar que unas tablas para dormir, algo levantadas del suelo; y al lado de la estrecha puerta, un metro de pavimento de piedra para encender el fuego; el resto del suelo lo forma la misma tierra. Por lo demás, eso de ventanas, chimeneas, etc. está para ellos de sobra; lo que no falta a ninguna cueva es un pequeño recinto exterior de piedras sobrepuestas para recoger las cabras. En tiempos de intemperie viven pacíficamente todos juntos en amigable consorcio las personas, las cabras y los perros. Toda la familia come al mismo tiempo en una cazuela y se ríen de los microbios. En general gozan de excelente salud y sólo padecen de la última enfermedad. Es de notar que nunca adquieren amistad ni trato con los mineros (que suelen ser de otros pueblos). Durante su permanencia en las cuevas fabrican quesos, haciéndolos fermentar debajo del estiércol de las cabras; luego descienden a los pueblos inmediatos, Cabrales, Sotres, Potes, etc. para venderlos, constituyendo esos su única fuente de ingresos. Es un caso de troglodismo en nuestros tiempos.

Publicado en la revista “Nuevo Mundo” en 1911.


En los Picos de Europa…en 1911…

lunes, 13 de abril de 2009

Los Caínos


Nunca podré olvidar la primera vez que divisé a los caínos, zainos o junas en compañía de Frassinelli. Sentado en la más alta cumbre de la majada ,reponíame apenas del asombro que me acababa de causar la súbita apariciónj de las caladas agujas y de las gigantescas torres de los Urrieles, a través del tupido manto de nieve desgarrado por las brisas del mar, disipado y deshecho por los rayos del sol. Pidiendo noticias al más rústico de los cabreros que, apoyado en su cayada, me contestaba, sumido en la misma contemplación, a pesar de su rudeza y de la costumbre, preguntaba el modo mejor de verificar la ascensión a aquellos verticales picos.
Ahí, sólo esos demonios de cainejos pueden cazar…que se pegan a como moscas e en las peñas, me contestó.
-¿De dónde son esos cainejos? Le pregunté.
-¿De donde van a ser? De Caín. Un pueblo colgado ahí abajo adonde no se puede entrar ni salir y donde viven todos de la caza…¡Allí los tenéis!, añadió, con el tradicional lenguaje, señalándome las más tajadas aristas de un insondable precipicio. Seguí con los ojos el tosco cayado del pastor, y se me heló la sangre en las venas. Como una mosca imperceptible en el cuello de una botella, para seguir la comparación del pastor, un ser con figura humana acababa de aparecer en medio de la arista de una encumbradísima peña cortada a pico, sin que pudiese comprender cómo humanamente podía sostenerse allí en aquella luciente y bruñida vertical colgada sobre el abismo. Un grito natural, salvaje, ronco, resonó en las concavidades del joo. Un peñasco ciclópeo, sacado de su secular equilibrio por el brazo poderoso del cainejo, cayó, que no rodó, por la pendiente, y chocando contra las puntas de las peñas, ensordeció el valle todo entero. Las gamuzas, que se refrescaban acostadas en las grandes manchas de nieve, se pusieron en pie, irguieron sus cabezas adornadas con los airosos cuernecillos, y el poderoso macho que las capitaneaba, lanzando su penetrante silbido, se escapó al galope, seguido de todos los demás, por las escabrosidades de las peñas. No tardamos en oír una detonación y, entre el humo producido por el disparo, vimos levantarse de una peña, suspendido al borde de un desfiladero, a otro cainejo que, corriendo tras de su pieza despeñada, la alcanzó, la remató y la degolló, y aplicando sus labios a la herida, bebió largamente y con delicia la caliente sangre del gallardo habitante de los abismos.
De " El tesoro de los lagos de Somiedo"
En los Picos de Europa...

domingo, 12 de abril de 2009

Borracho de roca


Y este hombrecillo me escribió una carta en que me decía: “Soy pobre; pero por veinte duros embisto el Naranjo a presencia de usted.
Tuve una mala tentación. Y fui con él al cordal de los Picos. Y al recorrer con él zeiss aquellas “llastras” lisas y verticales, aquellas panzas salientes y curvas desplomadas, donde el cuerpo tendría que hacer en el espacio una acrobacia trágica a quinientos metros de altura, al contemplar aquellas chimeneas que sería forzoso escalar con la espalda y los pies en una tensión brutal del cuerpo, siempre sobre el abismo sin fondo, sentí una enorme responsabilidad, y tuve que gritar para oírme yo mismo: ¡No!.
Pero Víctor Martínez ante la presencia del coloso estaba borracho. Borracho de roca. Era un furor irresistible…Era la atracción morbosa del peligro. Y empezó a trepar como un gato montés, clavando las uñas en la piedra y plegando los pies descalzos en ligeras anfractuosidades. ¡Yo estaba consternado! Pasó un cuarto de hora. Le vir hacer una pirueta para alcanzar un saliente; vi su cuerpecillo desmedrado un instante en el vacío y cerré los ojos. Luego escapé como un hijo de Caín…
Dos horas después, gozándose en mi consternación, me decía que me había llamado desde la cima, y que desde allí arriba “yo no parecía nada”.
Verdad, Víctor Martínez, ni desde arriba ni desde abajo.


En los Picos de Europa…en 1928…

Rosario Acuña, alpinista.


Padre mío: Llegó el momento en que , vencida la imponente ascensión, mis arterias golpeaban con ciento veinte pulsaciones por minuto. A nuestras plantas se extendía un océano de montañas, cuyas crestas, como olas petrificadas, se levantaban en escalas monstruosas a 1000 y 1500 metros sobre el nivel del mar. Al sur, las dilatas estepas de Castilla, con sus desolados horizontes de desierto, iban perdiéndose en límites de sesenta leguas, entre el cielo caliginoso, henchido de limbos de oro y destellos de incendio. Al norte, un inmenso telón límpido, azul, como tapiz compacto tejido, con amontonados zafiros, se destacaba, lleno de magnificencias, intentando con la grandeza de su extensión subir hasta las alturas: era el mar.
A mi lado había un ser valeroso, cuya respetuosa amistad, llena de abnegaciones y de fidelidades, había querido compartir conmigo los peligros y vicisitudes de cinco meses de expedición a caballo y a pie por lo más abrupto del Pirineo Cantábrico. Estábamos sobre la misma cumbre, en el rematemismo de la crestería de piedra con que se yergue, como atleta no vencido, El Evangelista, uno de los colosos de la cordillera Las Peñas de Europa, coloso que levanta sus pedrizas enormes, sus abismos inmedibles, sus ventisqueros henchidos de cientos de toneladas de nieve a 2.600 metros sobre el nivel del mar.

De "Rosario de Acuña en Asturias" por Macrino Fernández Riera.


En los Picos de Europa... en 1890...