Caía la tarde, seguía lloviznando y conducidos por nuestro guía fuimos avanzando y trepando hasta las altas majadas de los puertos de Ostón. En una de ellas, no recuerdo su nombre, nos dio albergue una pastora, cediéndonos por una noche su pétrea cabaña. Nos alojamos en una cocina. Frontero del fogón se alzaba un pétreo camastro recubierto de heno. Tendimos nuestra manta, nos tumbamos sobre ella e intentamos dormir. Pero pocos minutos más tarde nos acometieron ejércitos de feroces pulgas y no en hilera, como las hormigas al olmo centenario que cantó Machado, sino en masas cerradas. Nos lanzamos fuera de la cabaña. Bella noche estrellada. Desde aquella altura y tras la lluvia parecían cercanas las celestiales luminarias. Iniciamos una charla, el frío de la cumbre comenzó a molestarme, me rendí a la fatiga y volví resignado junto al fuego. Me até los puños, me apreté el cuello, me rendí sobre el heno y me entregué como víctima sabrosa y bocado exquisito al ejército de las pulgas. De madrugada me despertó el mugido de la vaca que dormía en la misma cabaña, pared por medio de mi camastro; y a la luz del alba comprobé que mis nocturnos enemigos me habían gratificado con unos rojos brazaletes en las dos muñecas y con un collar rojo en torno al cuello. Se duerme bajo el tronar de los cañones y sometido a los ataques de las pulgas de los Picos de Europa- si a lo que don Quijote suponía los piojos mueren al pasar la "línea", las pulgas viven hasta más allá de las alturas de los montes astures- cuando se está fatigado y se es joven, claro está, que de viejo es difícil dormir hasta sobre lo más mullidos lechos.
A caballo, con nuestro guía de escudero y en compañía de una de las pastoras de la majada donde habíamos ¡dormido! emprendimos muy temprano nuestra marcha por las entrañas de los Picos...
Claudio Sánchez Albornoz.
En los Picos de Europa...en 1924
A caballo, con nuestro guía de escudero y en compañía de una de las pastoras de la majada donde habíamos ¡dormido! emprendimos muy temprano nuestra marcha por las entrañas de los Picos...
Claudio Sánchez Albornoz.
En los Picos de Europa...en 1924
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