miércoles, 23 de enero de 2008

Aymar D'Arlot, conde de Saint-Saud


En ciertas ocasiones da la impresión que aquellos personajes que fueron descubriendo estas tierras a los ojos foráneos, caso de Saint-Saud, lo hacían desde la perspectiva del explorador que recorre un territorio inhóspito y alejado de todo atisbo de una sociedad ya organizada y estructurada.
Desde el primer viaje del conde, allá por 1881, en el que roza los Picos de Europa con una visita a Covadonga, pasando por las campañas ya más planificadas de los años 1890, 1891, 1892, 1893, 1906,1907, 1908 y ya el más tardío, casi a modo de despedida, del año 1925, Saint-Saud nos va descubriendo ciertas facetas de estas montañas donde la necesidad y el retraso, todo hay que decirlo, son casi una constante. Seguramente no estaría errado pero por aquellos años que zona rural, incluidas las francesas, no estarían en parecidas circunstancias.
A pesar de ello, los viajes de Saint-Saud no pasaban desapercibidos e incluso la prensa de la época recogía sus idas y venidas...
El señor conde de Saint-Saud acaba de realizar su proyectada expedición por el macizo occidental para revisar y completar los datos previos a la confección del mapa comarcal. Estableció campamento a 1800 metros de altitud, en la Vega de Aliseda, desde donde realizó muchas ascensiones para la triangulación. En los alrededores de Peña Santa, subió a Torre Blanca, Cabeza del Cubo, la Rasa y por último, a la Peña Gregoriana, una cumbre sin nombre bautizada así como recuerdo de la excursión y del guía, Gregorio Pérez de Caín, nombrado recientemente jefe de los guardas de caza Real Coto de los Picos de Europa.
Ha regresado altamente satisfecho a pesar del forzoso fin impuesto por la lluvia. Lleva un copioso caudal de datos que permitirán al distinguido geógrafo trabajar el próximo invierno en la terminación del mapa que publicará seguidamente.
Ojala no sea ésta la última visita que realice. "El Comercio" espera ver pronto de nuevo por Asturias al señor Saint-Saud.
Este artículo, lo publicaba el 19 de septiembre de 1906 el diario "El Comercio" de Gijón, y es un ligero reflejo de que no todo aquí estaba olvidado de la mano de dios.
Saint-Saud es en este caso un simple ejemplo y no debiera entenderse estas palabras como una crítica hacia su labor, sería mezquino no reconocer todo lo que Saint-Saud significó para los Picos de Europa y su conocimiento.

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