Constantino Cabal, cronista de Asturias entre otras cosas, fue autor de una gran cantidad de trabajos relacionados con las letras. Su labor profesional, desarrollada a los largo de los años en diferentes frentes, como fueron prensa, archivo Histórico Nacional, la Biblioteca Nacional, el archivo de Simancas, la Real Academia de la Historia, el Escorial, la Catedral de Oviedo o IDEA, le proporcionó la sensibilidad necesaria para firmar numerosas obras relacionadas con su tierra.
Una de esas obras, titulada “Cuentos bárbaros” 1957 es buen ejemplo de lo que comentamos. La Garra” ó “Caminitos de Dios” son dos de los cuentos que forman esta obra que tiene en común el terreno en que se desarrolla el argumento, los Picos de Europa.
…el comió bien, estaba agradecido. Les habían dado leche unos pastores, que encontraran más atrás; pero persistiera el hambre, porque desde que entraran en el puerto, sólo hallaran leche y torta. Era terrible el meterse por estas soledades infinitas, aun conociéndolas bien…! El las conocía bien, podía afirmarlo. Era de un chozo de Bulnes, y había pastoreado en las majadas de mayor categoría. Sabía de Sobeyucu y del Contrello y de la Fabariega y del quemado, y no había senderito que ignorara, por intrincado que fuese, desde el Amuesa a Culiembro, y desde Culiembro a Ostón…Y era mala tierra aquella…
-Yo recuerdo que a veces, cuando chico, para comprar las patatas que necesita Bulnes, teníamos que ir hasta Potes!
Era mala tierra aquella, pero aun así mala y todo, desamparada y todo, pobre y todo, a quienes la encontraban en su cuna, por lejos que se marchasen los arrastraba indefectiblemente.
En los Picos de Europa…en 1957…
Una de esas obras, titulada “Cuentos bárbaros” 1957 es buen ejemplo de lo que comentamos. La Garra” ó “Caminitos de Dios” son dos de los cuentos que forman esta obra que tiene en común el terreno en que se desarrolla el argumento, los Picos de Europa.
…el comió bien, estaba agradecido. Les habían dado leche unos pastores, que encontraran más atrás; pero persistiera el hambre, porque desde que entraran en el puerto, sólo hallaran leche y torta. Era terrible el meterse por estas soledades infinitas, aun conociéndolas bien…! El las conocía bien, podía afirmarlo. Era de un chozo de Bulnes, y había pastoreado en las majadas de mayor categoría. Sabía de Sobeyucu y del Contrello y de la Fabariega y del quemado, y no había senderito que ignorara, por intrincado que fuese, desde el Amuesa a Culiembro, y desde Culiembro a Ostón…Y era mala tierra aquella…
-Yo recuerdo que a veces, cuando chico, para comprar las patatas que necesita Bulnes, teníamos que ir hasta Potes!
Era mala tierra aquella, pero aun así mala y todo, desamparada y todo, pobre y todo, a quienes la encontraban en su cuna, por lejos que se marchasen los arrastraba indefectiblemente.
En los Picos de Europa…en 1957…
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